Allí Donde Nacen Los Sueños 15


Capítulo 15

La Encarnación

Oscuridad. La fría y densa oscuridad del espacio es rasgada por un vórtice demencial que parece tener vida propia. Éste, extiende fuera de sí, incontables tentáculos electromagnéticos que fulminan todo lo que encuentran a su paso. Un mar de naves, rocas y destellos fugaces se entremezclan en un remolino succionador que los arrastra irremediablemente en procesión al oscuro corazón del citado vórtice, donde son engullidos sin más.

Morfeo-720, nave de última generación diseñada específicamente para acercarse a la Brecha y poder huir de ella antes de ser alcanzada por uno de sus letales rayos se aproxima cautelosa al cementerio de naves que la rodea.

Escanéa con su avanzada tecnología toda nave abatida que encuentra, sin desviarse un ápice de su trayectoria preestablecida, con la vana esperanza de hallar vida. Pero irónicamente, aunque la hallara, no podría detenerse. Nébula-578 está cerca y es la nueva prioridad de ésta peligrosa incursión.

Tras varias horas de intensa búsqueda las alarmas de los sistemas de sondeo se disparan delatando la ubicación exacta de la nave abatida en cuestión. 

Eficiente, Morfeo-720, se detiene y activa el código de reanimación de las cápsulas de criogenización de la tripulación. Estas se van abriendo por pares, siguiendo un orden cronológico, en paralelo, de un lado a otro de un largo pasillo acolchado de blanco. Acto seguido, el cuerpo de élite escogido para ésta misión se despereza con calma y las abandona algo atolondrados esforzándose en remitir los efectos secundarios de la hibernación.

Repuestos del trance se movilizan con disciplina y ágil eficiencia ubicándose en sus puestos respectivos de la sala de mando de Morfeo. Ejecutando prestos en los teclados de los paneles de la misma los comandos pertinentes para tomar el control de la nave.

Relevado el ordenador central de dicha función se limita a actuar en concordancia sincronizada con la tripulación (como si de un miembro más del equipo se tratara) fija las coordenadas obtenidas con el escáner y las depura para que los protocolos de la trayectoria, acercamiento y acople, a Nébula-578 sean lo más precisos posibles.

La Capitana de la nave irrumpe en la sala de control y la tripulación se cuadra ante su presencia: – ¡Descansen! –Les ordena con voz firme antes de sentarse ante su consola. Una vez acomodada extiende el brazo y con un toque de su dedo índice activa la pantalla del panel central y en el acto abre el último comunicado recibido. Lo lee con exasperante calma y luego, poniéndose en pie con las manos a la espalda y la barbilla bien alta se dirige a su tripulación:  – ¡Como ya habréis deducido a habido un cambio de directrices! ¡Ya no nos limitaremos a observar el comportamiento de la Brecha! ¡Se nos ha ordenado que localicemos y abordemos la nave abatida Nébula-578, extraigamos a la única supuesta tripulante con vida, la Oficial Científica Eva.M52, y la llevemos de vuelta ante Ntra. Sra. Santa! ¡Ni que decir tiene que es una oportunidad espléndida para poner a prueba las innovaciones de ésta imponente nave! ¡Si los nuevos escudos repelen los rayos electromagnéticos y los nuevos propulsores anti-tracción funcionan como se espera de ellos será un gran día para todos! ¡Ahora cumplamos con nuestro cometido!

Dicho esto, la Capitana, de un modo más discreto se dirige a la oficial que más cerca tiene y le ordena que diga al Sargento del escuadrón de avanzadilla que se reúna con ella en la sala contigua a la de mando. Ésta, sobre la marcha se pone en contacto por la frecuencia con la Sargento, la cual, rauda se persona en la citada sala.

Allí le espera la Capitana, que tan pronto la tiene delante le hace saber: – ¡Sargento, le he hecho venir para ponerle al corriente de que las coordenadas de la nave Nébula, obtenidas por el escáner del ordenador central, la sitúan peligrosamente cerca del ojo del vórtice de la Brecha! ¡Eso nos pone en una situación muy delicada! ¡Doy por sentado que se hace cargo de ello! ¡No deseo que cunda el pánico en la tripulación! ¡Así que entre en esa nave, coja sin dilación a la oficial y vuelva en el menor tiempo posible! ¡Nuestras vidas dependen de ello!

¡La incursión será breve mi Capitana! ¡Mis chicas son las mejores! ¡No le defraudarán! –Contesta con firmeza y convicción la Sargento del escuadrón.

Así, sin más preámbulos, comienzan su peligrosa incursión en el cementerio de naves abatidas. Moviéndose despacio durante unas tediosas horas con el fin de no atraer los letales rayos electromagnéticos del vórtice de la Brecha. Una vez alcanzado el punto fijado por las coordenadas  del ordenador central, Morfeo-720, se topa, frente a frente, con la nave abatida Nébula-578. Sin demora realizan una maniobra rutinaria para facilitar el acople de las escotillas y lo ejecutan con destreza. Tras las puertas giratorias de la misma el escuadrón de avanzadilla armado hasta los dientes espera a que estas se abran. Una vez sucede, encienden las linternas de sus cascos espaciales y se sumergen en la fría oscuridad que ahora reina en Nébula. La Sargento, a la cabeza del grupo, se gira y haciendo señas con el brazo les ordena simultáneamente que se dividan en parejas y que se aventuren por los diversos pasillos de la nave procurando no perder el contacto por la frecuencia de sus cascos con Morfeo y el resto del escuadrón. Inspeccionando compartimento por compartimento transcurren unas tensas horas. Por lo que la Sargento, teniendo en todo momento presente el peligro latente que se cierne sobre ellas decide ordenar la retirada. Sin embargo, sin darle tiempo siquiera a tomar la frecuencia, una de las soldado se anticipa, alertando: – ¡He encontrado algo! 

¡¿Donde se encuentra?! –Le pregunta la Sargento.

¡¿En el compartimento de las cápsulas de criogenización?!

Todas las miembros del escuadrón reaccionan en consecuencia movilizándose y reagrupándose en el citado compartimento. Quedándose atónitas ante la horrenda visión que les esperaba allí. Una de las cápsulas que parece haber estallado de dentro hacia afuera contiene una especie de enorme crisálida surgida del cuerpo de un ser humano. Instintivamente la Sargento alza su fusil de plasma y apunta al frente poniendo el dedo en el gatillo y haciendo un barrido con el mismo por todo el compartimento en lo que alerta a su equipo: – ¡Que nadie baje la guardia! 

Más tensas si cabe después de lo visto continúan la inspección del resto de la nave hasta llegar a la sala de mando. En principio parece estar vacía. Se mueven con cautela por ella examinando cada recoveco. De pronto la silla del capitán de la nave, que estaba de espalda a ellas, se da la vuelta mostrando a una adolescente de melena pelirroja y ojos brillantes, enfundada en uno de los trajes espaciales del comando masacrado de la fallida incursión de Nébula. Nuevamente las miembros del escuadrón reaccionan al unísono apuntando con sus fusiles de plasma a la joven. – ¡Quién eres! –Pregunta la Sargento. 

¡Soy Madre, hijas mías! – Le contesta la adolescente con cierto timbre metálico en la voz. 

¡No te muevas! ¡Tú no puedes ser Madre! ¡Madre es una entidad no una persona! – Le advierte la Sargento. 

¡Aún así, soy Madre! ¡El espíritu se ha hecho carne para habitar entre vosotras! – Insiste la adolescente. 

¡Es un milagro! – Gritan algunas de las soldado soltando los fusiles de plasma y dejándose caer de rodillas ante ella. La Sargento malhumorada las amonesta con un gesto mirándolas con severidad, y volviéndose hacia su objetivo efectúa un disparo de advertencia en uno de los congelados paneles de la sala. – ¡Basta de chorradas jovencita! ¡No tenemos mucho tiempo! ¡Ahora nos acompañaras de vuelta a la mega acrópolis Centauro y rendirás cuentas ante Ntra. Sra. Santa…

De forma inesperada una luz cegadora proveniente de un espontáneo desgarro en el plano de esa realidad les interrumpe. Las miembros del escuadrón dolorosamente cegadas sueltan sus fusiles de plasma y se protegen los ojos con los brazos quedando totalmente expuestas. La Sargento igualmente cegada hace frente al dolor  y ordena a su equipo que se reagrupe, pero estas, doloridas y cegadas por la intensidad de la luz no saben qué dirección tomar, chocando unas contra otras en un patético intento de cumplir su orden.

El desgarro da lugar a una brecha, de la cual, sale dando un corto paso adelante una bella mujer de ojos rasgados color rojo encendido y una pulida piel albina. Esta observa el cómico panorama con una leve sonrisa que delata dos largos y afilados colmillos. Con sus manos de garras afiladas se hecha hacia atrás su larga melena negro azabache. Y para mayor lucimiento, exhibe dos enormes alas, similares, en forma y color, a dos gigantescas hojas de parra.

¡Quién eres! –Pregunta la adolescente sin que la luz le incomode lo más mínimo.

¡Soy la Reina Madre! ¡Seguro que ese nombre te dice algo! –Responde la bella criatura.

¡Imposible! ¡La Reina Madre está atrapada en el corazón del Nexus! –Le asegura la joven.

¡Pues te equivocas! ¡Mi presencia aquí es tan posible como tu encarnación en ser humano! ¡El fin de tu mundo está más próximo de lo que crees! ¡Ese hecho ineludible me permite dar un paso fuera del Nexus! ¡Ósea que cuando tu planeta sea engullido por la Brecha, ambos mundos se extinguirán y yo volveré a ser libre! 

¡Calla! ¡Madre solo puede haber una! ¡Y esa voy a ser yo! ¡Hice un pacto con el Súmmum! ¡Tú luz será absorbida por él hasta que mueras! ¡Eso hará que el Nexus se estabilice para que yo pueda ocupar tu lugar sin ataduras! ¡Libre para gobernarlo y moverme por él a mis anchas! ¡Entiéndelo! ¡Te queda poco tiempo! ¡Vas a morir! – Increpa la  madre adolescente.

¡Pero qué edad tan mala has escogido para encarnarte! –Le responde con sarcasmo y negando con la cabeza la Reina Madre antes de retroceder al interior de la brecha y ésta desaparecer.

La nueva Madre adolescente se queda en un amago de atacar físicamente a la Reina. Llena de rabia contenida aprieta los puños mientras ve desvanecerse los últimos destellos del desgarro.

La Sargento, aun media cegada y dolorida, recoge y empuña nuevamente su fusil de plasma al tiempo que ordena, una vez más, a su escuadrón que se reagrupe. Cosa que intentan hacer en la medida en la que el dolor ocular se los permite.

En esto, Nébula-578 empieza a vibrar con brusquedad. Acelerando su ya avanzado deterioro. Caen pedazos de la misma de todas partes. La Sargento se desentiende de la extraña adolescente y ordena a su equipo que abandonen la nave. A pesar de ello, la joven, aterrada les sigue los pasos en la huída. Siendo testigo de cómo las componentes del escuadrón van cayendo una a una abatidas por el impacto de algún artefacto o por el desplome de un pedazo de suelo. – “Demasiado lentas” – Piensa mientras corre ágil como una gacela, sorteando los peligros que surgen a su paso. Ya en la boca de la escotilla se gira dándose cuenta de que solo queda ella en pie. Rauda abandona Nébula. Y tan pronto entra por la escotilla de Morfeo-720 se conecta mentalmente con el ordenador de abordo, cierra la escotilla y toma el control de la nave. Las oficiales de la sala de mando, al ver que han perdido el control dan la voz de alarma creyendo que es un fallo técnico. La Capitana, comienza a dar órdenes a unas y a otras con la esperanza de resolver el problema. Con el barullo nadie se percata de la presencia de la joven. Está consciente de que no sospechan de ella. Canaliza toda la energía de la nave hacia los propulsores y los activa sin dilación. Morfeo-750 sale disparada como un misil arrastrando en su estela algunos fragmentos de Nébula. Por los enormes ventanales de la sala de mandos todas son testigos del avance del descomunal vórtice de la Brecha en el espacio. Comprenden que a pesar de la velocidad de su huída van a ser engullidas por ella. A la joven le entra el pánico y activa la velocidad de la luz sin establecer coordenada alguna. La nave da el salto al hiperespacio y se detiene en seco y sin energía en mitad de ninguna parte, pero a salvo, a años luz de la Brecha demencial. Las tripulantes atónitas no entienden que es lo que ha pasado, en lo que la joven, agotada, se desploma en una esquina, lejos de ser descubierta.

La Reina Madre, que lo ha estado observando todo desde su esfera sonríe satisfecha mientras piensa: – “No es lo que esperaba, pero me vale” Luego alza la mano y chasquea los dedos. Al segundo, Alfa, su hija predilecta, hace acto de presencia: – ¿Que puedo hacer por ti, mi Reina? 

Se acerca el momento del cambio hija mía. ¿Estás preparada?

Sí, lo estoy. 

Procesando…
¡Lo lograste! Ya estás en la lista.
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Publicado por marcoasantanas

“Soy un despistado avispado. Un desmemoriado que sólo recuerda lo que le llama la atención. Un inculto enamorado de la cultura. Así, podría seguir y seguir definiendo esa especie de disfunción “defecto-virtud” que anida en mi desequilibrado universo interior. Pero tranquilos, no lo voy ha hacer. Sí, es verdad, soy un desastre, pero siempre llevo el icono de “ Estamos mejorando” pegado en la frente.”

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