Capítulo 13
El Reencuentro
Oscuridad, hasta ahora en mi mente solo había oscuridad. Pero tras descubrir que no soy una criatura Súmmum sino un ser humano joven y bien formado las barreras del olvido empiezan a desmoronarse dando paso al cegador destello de la verdad. Una verdad que lo abarca todo, golpeando contundente mi psique cuando la mujer pelirroja surgida de una brecha en el plano de esta inverosímil realidad grita mi nombre: –¡Damián! Eres Damián Beta 0.1. El experimento de Madre. ¿Cómo has llegado aquí?…
– ¿Madre?… –Susurro atónito intentando asimilar el aluvión de recuerdos que se van superponiendo en mi memoria. – ¡Sí! ¡Te recuerdo! Eres Madre.
– No, Damián, no soy Madre, soy Eva. Lamento decirte que Madre no es una persona, es una entidad. No tiene cuerpo. Se introducía en mí para acceder a ti. Para ella no eras nada. Te utilizaba. Nos utilizaba a ambos. Éramos su experimento. Pero nunca me explicó cuál era la finalidad de dicha investigación.
– Pero ella me amaba… – Argumento con poca convicción.
La mujer pelirroja no responde. Me mira conmovida, se acerca hasta mí, y sin perder el contacto visual me coge las manos mientras se esfuerza en hacerme entender con sumo tacto: – No, ella no te amaba, pero yo, el cuerpo utilizado para yacer contigo, sí te amo. Y aunque no comprenda este alocado frenesí, me dejo llevar por el complaciente, porque me llena de gozo poder estar junto a ti siendo quien soy, no una marioneta de una entidad abstracta.
– ¿Me amas?…
– Así es, si Madre no hubiese tomado el control de mi cuerpo nunca te hubiese abandonado.
– Si no deseas que te llame Madre no volveré a hacerlo. ¿Cómo deseas que te llame?
– Eva, llámame Eva.
– De acuerdo, Eva, he de serte sincero. Seas quien seas, has de saber que has tardado tanto en corresponderme que ya no sé si creerte.
– Lo comprendo, no esperaba que te lanzases a mis brazos a la primera. Tan solo deseaba aclarar quién soy y cuales son mis sentimientos hacia ti. Escucha, qué te parece si olvidamos todo lo sucedido hasta ahora y empezamos desde cero. Solos tú y yo. Ya nada puede impedir que nos amemos.
La miró en silencio mientras pienso en su propuesta. Dejar atrás el pasado es lo mejor, sin duda. Estoy cansado de arrastrar esa pesada carga. El ahora es lo único que importa. Justamente aquí, frente a esta bella mujer que me mira con tanto amor: – Vale. Hagamos eso. – Le respondo complacido.
– No sé que pasará a partir de ahora Damián, pero sí tengo claro que lo afrontaremos juntos.
– Así será Eva. Pero dime, ¿cómo has abierto ése portal en la nada?
– No lo abrí yo. Deja que te cuente desde el principio: Cuando aún vivía en El Pilar del Cielo contigo, tuve un desmayo en mis aposentos. Cuando desperté seguía mareada y con nauseas por lo que me hice un control médico de urgencia. El resultado fue sorprendente. Estaba embarazada. ¿Te lo puedes creer? Hace tanto tiempo que una de nosotras no está en cinta que ya nadie recuerda que como hembras tenemos esa facultad. Pero claro, sin hombres en nuestra sociedad para engendrarlos es normal. El caso es que Madre se apoderó de mi cuerpo nada más saberlo y, de inmediato, se embarcó en la primera nave estelar que salía en ese momento a investigar un peligroso agujero negro surgido cerca de nuestro planeta. Yo luche por impedirlo, créeme, pero ella poseía un control de este cuerpo superior al mío. Ya en el interior de la nave activo una cápsula de animación suspendida y nos metió en ella. Desperté estando en la peligrosa boca del agujero. Madre había desaparecido. Volvía a tener el control de mi cuerpo, pero los acontecimientos habían transcurrido de un modo insospechado y ahora estaba atrapada en el interior de la cápsula, sin forma alguna de salir, predestinada a una muerte segura. Milagrosamente, cuando todo parecía perdido. Una de esas desagradables criaturas Súmmum apareció, me ofreció su ayuda, yo acepte y así acabé en este desconcertante universo…
Fascinado con su historia no puedo evitar interrumpirla como un niño exaltado para contarle la mía: – Valla, a mi me sucedió algo parecido. Tras la desaparición de Madre todo empezó a cambiar. Unas mujeres de sotanas blancas irrumpieron en mis aposentos, expulsaron a Sara, mi cuidadora, y pusieron en su lugar a una chica inexperta que desconocía los protocolos de seguridad. Gracias a ello pude escapar de El Pilar Del Cielo. Pero al llegar a la calle tomé conciencia de las consecuencias de dicha acción. Descubrí que yo era el único hombre vivo y que las mujeres nos odiaban a muerte. Estaba atrapado. Una de ellas se compadeció de mí y me sugirió que me suicidara. Le tomé la palabra, eche a correr y me precipite al vacío. Mi destino era morir. Pero una criatura oscura de alas verdes me rescató trayéndome aquí. Desde entonces no he hecho otra cosa más que huir de sus compañeras y seguir sus consejos de supervivencia. El Súmmum con el que me has visto es el primero con el que me cruzo. No sabía nada de ellos hasta hoy. Por cierto, si estas embarazada no deberías tener el vientre hinchado. Madre me enseñó mucho de la antigua sociedad de los dos sexos, entre otras cosas. Hera una gran maestra. Sus conocimientos parecían no tener límites.
– No lo sé. Nunca había estado embarazada. Yo también he leído mucho sobre la sociedad de los dos sexos. De hecho, Madre me escogió por ser la mejor en ese campo. Pero jamás me habló ni facilitó información de las consecuencias.
– ¿Y el padre? ¿Quién te lo engendró?
– ¿Es una broma Damián? ¿Quién crees que podría haber sido? ¿Cuántos hombres vivían en El Pilar Del Cielo?
– ¡Oh vaya! ¡Yo soy el padre!
– Pues si que has tardado en darte cuenta.
– Lo siento, no se me ocurrió… ¿puedes sentirlo?
– La verdad es que al llegar a este lugar deje de sentirlo. Quizá lo haya perdido. Recuerdo que me sucedió algo curioso antes de llegar aquí. El Súmmum que me rescató, se detuvo en la oscuridad a observar a un terrible individuo que se hacía llamar San, y que iba a matar por placer a unos niños. Yo impedí que eso pasara liberandolos de su prisión. Pero para mi sorpresa uno de ellos, en concreto una adorable niña pelirroja como yo, me llamo madre y quiso quedarse conmigo, pero le tuve que pedir que huyera cuando San nos pilló. Casi nos mata. Lo más irritante es que a esa horrible criatura Súmmum no le importaba. Nos hubiese dejado morir. Encolerizada me lance contra ella queriendo golpearla pero en vez de eso caí dentro de la misma y acabe aquí, contigo.
– ¿Y la niña?
– Huyó, la vi correr hasta perderse en la oscuridad.
– ¿Crees que podría ser nuestra hija?
– Algo me dice que sí, pero prefiero no pensar en ello…
– ¿Os vais a pasar todo el día hablando? El tiempo apremia. Hemos de llegar al sendero de las almas. –Como es ya costumbre, Ébano, vuelve a aparecer sin más. Y con apremio nos incita a seguir adelante. – ¡Hay que llegar al Sendero de las Almas!
Al oír a Ébano hablar del Sendero de las Almas, no puedo evitar pensar que las suposiciones del Súmmum no iban mal encaminadas:– ¿Porque quieres que vayamos a ese lugar?
– Es el único modo de salir del Nexus.
– ¡¿Se puede salir de Aquí?! – Pregunta Eva gratamente sorprendida.
– Sí, es algo complicado, pero se puede. Ahora síganme.
Esta curiosa criatura se mueve de maravilla por este extraño lugar. Está claro que este es su entorno. Eva y yo, la seguimos sin rechistar por un nuevo portal oculto en la base de dos enormes árboles trenzados. Y como era de esperar vuelvo al reino de la oscuridad. Pero esta vez es distinto. Ahora ya no viajo solo.