Allí Donde Nacen Los Sueños 9º


Capítulo 9

Los Súmmum

Oscuridad, solo veo oscuridad. Una oscuridad a la que curiosamente empiezo a acostumbrarme. Inerte, desciendo en ella cabeza abajo, con los brazos en cruz presa de una caída libre que augura no tener fin. Así, desvalido, me dejo arrastrar por ella hasta ser reclamado (como es habitual en éste periplo) por una luz cegadora que tira enérgicamente de mí persona.

Acto seguido, abro mis párpados a más no poder, alzándome a toda prisa de un frío y húmedo suelo. Tambaleándome, completamente mareado, busco un punto de referencia que me ayude a recuperar la estabilidad. Abrumado por un intenso olor a vegetación y sacudido por cientos de sonidos de insectos, aves y de más criaturas que no acierto a distinguir, soy inesperadamente agarrado (antes de volver a abrazar el suelo) por un borrón blanco surgido repentinamente del difuso mar de colores que enturbia mi visión. Clavando mis atolondradas pupilas en él, consigo que las cosas vayan tomando forma lentamente ante mis ojos. Delatando en el proceso el aspecto de mi misterioso benefactor.

Frente a mí, sujetándome por los hombros, se dibuja una curiosa criatura de aspecto humanoide, llamativa piel albina y centelleantes pupilas de color rojo encendido, flotando enigmáticas en sendos huecos oculares como único rasgo facial.

– ¿Cuánto tiempo llevo inconsciente? – Me animo a preguntar, ya que no parece haber nadie más a quien interrogar.

“¿Inconsciente? No estaba inconsciente” – Responde directamente en mi mente, haciéndome sentir una incómoda punzada en la sien que me desequilibra momentáneamente. – ¡Uf! No me hable tan alto, aún me estoy recuperando. – Me quejo, en lo que la criatura deja de sostenerme y retrocede unos pasos, observándome de arriba abajo en silencio.

Suspicaz con dicha respuesta, apuro a indagar: – ¿Qué le hace cree que no estaba inconsciente?

– “Pues, porque no estaba. Ha surgido de la nada, justo ahí, donde está ahora. No obstante, dicha cuestión es irrelevante, lo que realmente cuenta, es que ha llegado.” – Me aclara con cierto entusiasmo.

– ¡¿Me esperaba?! – Dejo escapar sorprendido

– “Por su puesto, ella está a punto de llegar.” – Revela, burlona, llevándose las manos a las caderas y dando un grotesco paseíto, bamboleando sus escuálidas nalgas.

– ¿No le comprendo? – Insisto.

– “No tiene que comprender, solo tiene que esperar. – Puntualiza con aire quisquilloso.

– ¿Con quien tengo el gusto de hablar?… – Pregunto, armándome de paciencia. Ya que en este inverosímil lugar todos parecen estar un poco locos.

– “Conmigo…” – Responde sobre la marcha antes de contraatacar con otra pregunta: – “¿Es usted realmente lo que aparenta ser?” 

– Creo que me he perdido ¿De qué estamos hablando? 

– “Aparentemente, usted, es un Súmmum al igual que yo…” 

¿Qué le hace pensar eso? 

– “Ve esa charca, justo donde muere el riachuelo, mírese en ella y entenderá lo que le digo.” 

Así lo hago, y para mi sorpresa el rostro que se refleja en las aguas es idéntico al de la criatura albina. Salvo por un pequeño detalle, yo tengo boca y ella no. – Esto es muy confuso, tenía la certeza de ser humano.

– “Si le sirve de consuelo, todos llegamos al Nexus creyendo ser lo que no somos. Aún así, no se preocupe, pronto saldremos de dudas, ella está a punto de llegar.”

¿Y he de quedarme aquí a esperarla? 

– “Sí, es lo propio, es de suponer que siendo un Súmmum la acompañe al Sendero de las Almas.” 

¿Pero qué es un Súmmum? 

– “Digamos que somos criaturas etéreas que sacamos partido de las brechas que abren los sueños en ésta realidad.”

Yo no hago tal cosa y tampoco soy etéreo.

– “No actúa así porque ha entrado en el Nexus y en él nada es etéreo.” 

¡Vaya! Se le ve puesto en la materia.

– “No tiene mérito alguno, me limito a transmitirle lo que sé. Aquí todos nos conocen, de hecho, hay quien cree que el Nexus existe porque existimos nosotros. Es una idea de lo más extravagante, lo sé. Inclusive hay quién se atreve a afirmar que el Nexus y los Súmmum forman una especie de círculo simbiótico. Personalmente, dicha suposición me resulta inconcebible.” 

Quisiera saber más, si no le importa. 

– “Su ansia de adquirir conocimiento me conmueve. Resulta de lo más halagadora. Sin duda, merece que haga un inciso en mis tareas para poder ilustrarle como es debido. Un educador, que se precie de serlo, abordaría el tema empezando por los orígenes. Así pues, ha de saber que, por increíble que resulte, los Súmmum nacemos en las tinieblas del borde exterior del Nexus. Allí donde se extingue toda forma de vida. Una cualidad única que nos dota de la capacidad de atravesar el manto de la Nada. Algo inimaginable, ya que, salvo la Oscuridad que habita en ella, nadie más puede franquear sus fronteras…”

¡¿La Oscuridad?! 

– “Veo que aún la teme. Es nuestro enemigo natural. Un depredador que ansía los nutrientes luminosos que sustraemos de los sueños. No se preocupe. Mientras permanezca dentro del Nexus estará a salvo.”

Pero si la Oscuridad es dueña de las sombras ¿Cómo voy a eludirla?…

– “Cierto es que uno nunca está exento de peligro, sin embargo, ha de tener presente que sus capacidades ahora rinden al cien por cien y que las sombras no son lo suficientemente fuertes como para arrastrarle hacia la Oscuridad. Yo, en su lugar, me tomaría un cauteloso respiro.”

– ¿Está usted seguro?…

“¡Por su puesto! Pero no nos desviemos de la cuestión que ahora nos atañe. Como Súmmum  ha de saber, que a partir del momento que tomamos conciencia de nuestra existencia, nos abalanzamos sin reparos sobre cualquier luz que se cruce en nuestro camino. Estas, se manifiestan cuando el caótico mundo de los sueño rasga el velo de nuestra oscura realidad, en el borde exterior del Nexus, generando brechas por las que, la susodicha, se vierte en forma de destellos. La simple visión de uno de ellos dispara nuestros instintos, pues, de modo innato, sabemos que es la ubicación de una mente pensante, y por consiguiente, una fuente segura de nutrientes.”

Pero, si la oscuridad es nuestro entorno natural ¿cómo puede ser nuestro enemigo?

“Así son las cosas. Hay que estar muy avispados. Adquirida la consciencia, no conviene prolongar la presencia en la Oscuridad, pues ya no le somos indiferentes. Si no nos movemos deprisa podría succionar hasta la ultima gota de luz que hallamos podido sustraer, borrando por completo nuestros recuerdos y devolviéndonos a la nada de la que emergemos sin más…” 

(La verdad sea dicha, llegado un punto, empiezo a arrepentirme de haberle animado a hablar. Para no tener boca se desenvuelve de maravilla. Pero bueno, dadas las circunstancias, qué otra cosa puedo hacer más que escuchar.)

–“Sí, fuera del Nexus, somos muy vulnerables.”– Continúa explicándome – “Hay dos cosas que siempre hemos de tener presente. La primera, es que si nos excedemos en nuestra estancia en una mente pensante corremos el riesgo de ser contaminados por la identidad del sujeto ocupado. Pudiendo, inclusive, contribuir a que éste se contamine con recuerdos ajenos que hemos succionado de otras entidades. Y la segunda, es que nuestra capacidad de almacenamiento mental aún es muy limitada. Para recordar una cosa hemos de olvidar otra. Si no somos lo suficientemente fuertes para soportar la presión que ejerce la confusa melopea que genera el aluvión de recuerdos, nos arriesgamos a perder la cordura. Y si eso pasara, nos corromperíamos, dejaríamos de alimentarnos de sueños para alimentarnos de pesadillas, y las pesadillas, son aliadas de las sombras. Sería un viaje sin retorno a las profundidades de la temida Oscuridad. Y lo que es peor aún. Esa regresión posee un poder de tracción tan poderoso, que podría contaminar y arrastrar consigo también a la mente pensante ocupada.”

– ¡Eso es espantoso!

“Sí lo es. Pero cálmate, los tiempos saltando de mente en mente sustrayendo el elixir anhelado y procurando, a toda costa, enlazar una mente con otra, sumidos en un periplo evolutivo entre luces y sombras hasta obtener la fuerza requerida para acceder al corazón del Nexus han quedado atrás. Esta, es otra vida…”

¡¿Pero qué clase de broma es esta?! ¡Me has soltado toda esa verborrea solo para decirme que aquí, en el Nexus, no tengo de qué preocuparme.!

“Bueno, tú me has preguntado”– Finaliza encogiéndose de hombros.

¡NO LE ESCUCHES! ¡SOLO BUSCA CONFUNDIRTE!. – Me grita, Ébano, surgida de no sé donde.

¿Es ella la que tenía que llegar? – Se me ocurre preguntar.

– “No…” – Contesta el Súmmum.

Repentinamente surge un destello de la nada, dando lugar a la apertura de una brecha en el plano de esta realidad. De ella, cae una mujer desnuda de larga melena pelirroja. La cual, tras colisionar boca abajo contra el suelo, se incorpora escupiendo algunas briznas de hierba. Y mientras rumia malhumorada por lo bajo algunas maldiciones se percata de nuestra presencia, clavándonos la mirada enfurecida.

Al tiempo, en un visto y no visto, el Súmmum, dando un poderoso salto, se lanza en picado dentro de la brecha antes de que esta se cierre. Dejándome un doloroso mensaje retumbando en mi cabeza: – “¡Ahora sé que eres!”.

Ébano, por su parte, deja escapar una maldición y se lanza como una exhalación tras él. Consiguiendo entrar en la misma por los pelos.

Una vez se cierra la brecha se hace el silencio. Miro a la mujer y ella me devuelve la mirada tan desconcertada como yo. De pronto, siento crujir mi piel como si fuera cáscara de huevo. Me miro descubriendo que tengo cientos de grietas por todo mi cuerpo. Pruebo a quitar algunas costras de mi mano. Descubriendo que, debajo, mi piel es sonrosada. Raudo me lanzo a la charca ante la mirada atónita de la pelirroja con el fin de quitarme la fina carcasa que me cubre.

Cuando salgo del agua y observo su superficie cristalina, hallo reflejado el rostro de un joven de melena ondulada negra. Me giro para hablar con la mujer, y esta, grita sorprendida: – ¡¡Te conozco!!

Procesando…
¡Lo lograste! Ya estás en la lista.
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Publicado por marcoasantanas

“Soy un despistado avispado. Un desmemoriado que sólo recuerda lo que le llama la atención. Un inculto enamorado de la cultura. Así, podría seguir y seguir definiendo esa especie de disfunción “defecto-virtud” que anida en mi desequilibrado universo interior. Pero tranquilos, no lo voy ha hacer. Sí, es verdad, soy un desastre, pero siempre llevo el icono de “ Estamos mejorando” pegado en la frente.”

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